El dilema ético en la era de la Tics
- Verónica Alejandra River
- 15 abr 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul 2023
Por Verónica Alejandra River

“La tecnología no tiene ética,
pero la humanidad depende de ella”
Rebeca Yank
El filosofo australiano Peter Singer expreso en alguna ocasión que guardaba “la esperanza de que utilizáramos la tecnología para lograr una vida mejor para todos, de un modo más equitativo ayudando a los más desfavorecidos”[1], una proyección optimista que, si bien, se ha cumplido hasta cierto punto en algunos países del “primer mundo” como Dinamarca o Suecia, está a años luz de hacerse realidad en los países “tercermundistas”, víctimas de unas políticas neoliberales cada día más agresivas que incrementan una brecha social insondable donde el acceso y el uso de la tecnología juegan un papel preponderante. Para la muestra un botón: en 12 países de la región, en promedio 81% de los hogares más ricos está conectado a internet y esa cifra decae a un 38% en los hogares más pobres[2]. Sin embargo, esta problemática no radica tan sólo en una deficiente gestión de las políticas públicas regionales y nacionales, como podría plantearse en un inicio, sino que nos revela de trasfondo un problema social mayor: un problema ético. Más allá de las preguntas que surgen sobre ¿cómo podemos garantizar el acceso y el buen uso de las nuevas tecnologías en los mal llamados “países tercermundistas”?, nos enfrentamos a interrogantes mayores, como, por ejemplo: ¿a qué problemas éticos nos vemos abocados como sociedad con el uso o la ausencia de las nuevas tecnologías?
El dilema ético al que nos enfrentados en la era de la competitividad y las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) no tiene entonces una, sino dos caras: la de la inaccesibilidad a los medios tecnológicos que imposibilitan el acceso a la educación, por un lado, y la del abuso en el uso de las nuevas tecnologías que desemboca inevitablemente en lo que Zigmund Bauman denomina “la modernidad liquida”. Para el sociólogo polaco-británico el consumismo, el mal uso de las herramientas tecnológicas y la virtualidad vienen marcando desde finales del siglo XX, unas pautas de comportamiento enfermizas en las nuevas generaciones. Nos volvemos, en pocas palabras, cada día más egoístas y sedentarios, y menos autosuficientes. Si observamos a vuelo de pájaro, pareciera que el hombre contemporáneo no ha “evolucionado” demasiado respecto a sus antecesores a pesar de los avances tecnológicos de los que goza actualmente, sino que ha retrocedido en la búsqueda de una sociedad más equitativa, un fenómeno que se fortalece en la medida que no se promueve, ni en los hogares ni en los colegios, una educación ética, que nos enseñe a comunicarnos de manera asertiva tanto en la vida real como en el mundo virtual. En lugar de educarnos de una manera ética, integra, critica y objetiva, existe una inclinación-ante todo en los países del tercer mundo- a una educación de corte más tradicional, restrictiva, moralista y religiosa, una situación que acarrea problemas sociales a corto, mediano y largo plazo.
El otro gran problema al que nos enfrentamos es el de las políticas públicas, que junto con la educación, el contexto social y familiar son imprescindibles en la creación y el mantenimiento de unas normas éticas. La violencia de orden estructural y cultural que se ejerce, sin ir muy lejos, desde los centros de poder en los países tercermundistas degenera en todo tipo de males sociales que se manifiestan en conductas delictivas de diversa índole entre la población menos favorecida. Parece que tanto a gobernantes, empresarios y gente de a pie, se nos olvida que la ética, a diferencia de la moral, tiene un impacto más amplio, afectándonos de manera no solo individual sino colectiva. Las relaciones de poder que se establecen en el seno de las diferentes sociedades han estado marcadas desde siempre por la mayor o menor presencia de la ética en todos los escenarios de la vida cotidiana, un factor determinante en el avance cultural de cada nación y una de las diferencias más notables entre los países del “primer” y del “tercer mundo”.
Para nadie es un secreto que los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas han afectado de manera significativa nuestro estilo de vida como nunca antes en la historia de la humanidad. Estos cambios en las tecnologías digitales, físicas y biológicas han exigido nuestra adaptación y han trastocado, lo queramos aceptar o no, nuestras costumbres públicas y privadas. Pero estos cambios no devienen solos sino que están supeditados a diversos factores desde educativos y políticos hasta económicos y tienen un impacto en los mismos. De allí la importancia de guardar un comportamiento ético. Cuando cierto número de individuos tienen acceso a las nuevas tecnologías se pueden presentar, por ejemplo, usos ilícitos de la misma como el plagio, las fake news, los ciber-robos, entre otros tantos de carácter más grave. De esta manera pasamos de un debate ético a un debate de orden jurídico. La ética atraviesa de manera transversal todos los escenarios de nuestra existencia. (...)
Todo lo expuesto anteriormente nos lleva, por ahora, a la conclusión que es necesario definir a través de la educación escolar y familiar, y de las políticas públicas, unos límites y códigos éticos que tengan un impacto real sobre las normas sociales que nos rigen. Esas normas son especialmente esenciales en los países del "tercer mundo" para evitar una degradación mayor a la que ya vivimos. Sin embargo, para lograr esa meta es necesario revaluar primero nuestros principios morales y adquirir una conciencia crítica a través de la educación que nos permitan analizar y abordar adecuadamente los nuevos eventos que van surgiendo a partir de los avances tecnológicos.
__________________________________________ [1]El filósofo moral Peter Singer considera que “la ética no es una cuestión de gusto; es una verdad evidente asimilable al razonamiento de las matemáticas o de la lógica”. En ese orden de ideas la ética cuenta con respuestas objetivamente correctas e incorrectas. La cita original se encuentra en el siguiente enlace: https://www.wipo.int/wipo_magazine/es/2018/04/article_0005.html [2] El título original del artículo del que se extrae la cita es: Coronavirus revela desigualdad en el acceso a internet y tecnología digital en América latina. La versión online se encuentra en el siguiente enlace: https://www.larepublica.co/globoeconomia/coronavirus-revela-desigualdad-en-acceso-a-internet-y-tecnologia-digital-en-america-latina-3051352
BIBLIOGRAFIA
Bauman, Zygmunt (2000) Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.
Jewell, Catherine (2018, Agosto) Ética, tecnología y el futuro de la humanidad. Revista OmpiRevista. Recuperado: https://www.wipo.int/wipo_magazine/es/2018/04/article_0005.html
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