El espejo y la noche

¿Qué pasará cuando me desvanezca por completo frente al espejo y ya no me reconozca en él? ¿Lo romperé y luego gritare hasta quedar sin voz? No sería la primera vez, pero ahora hay algo diferente, lo presiento. He perdido por completo la capacidad de llorar, de sonreír y de sentir. No hay una expresión que romper en ese reflejo. Simplemente no hay nada, esta vacío. Podría partir a puños todo y no lo sentiría, el dolor ya no fluiría de manera natural de mis manos a mi pensamiento y a mi boca. Opera en mi una inusual des-conexión del mundo. Lo sé. Pero no fui yo quien se desconecto o por lo menos no ha sido a propósito. Hasta mi sangre ha perdido su sabor últimamente y eso es grave, pienso. Miro en todas direcciones mientras camino por esta ciudad maldita y no hacia el piso porque ya no lo siento, ¡Por Dios que no lo siento! Ya no existe. Todo a mi alrededor me parece tan irreal que bien puede desvanecerse en el aire de un soplo. Es absurdo. Otra vez me atormentan aquellas voces infantiles: susurran, cantan y hablan. Me llaman. Lo peor es que ya no hay puertas y ventanas que me impidan dejarlas ingresar en mi mente. A veces creo que quizás allí todo tenga más sentido, allí (...)

Verónica Alejandra River

Febrero 2020